Ana María Fajardo-Maldonado
Iván Mauricio Gómez-González
Diego Alexis Corredor-Peñaranda
Gina Milena Mondragón-Romero
Jennifer Paola Ortegón-Rodríguez
David Leonardo Tovar-Cortés
DEFINICIÓN
DEL PROBLEMA
La inversión en educación en salud sobre
emergencias escolares (11), para este efecto, es importante, ya que al
presentarse un accidente en el ambiente escolar, la atención que se brinde
donde ocurre el accidente en los primeros minutos del incidente es esencial
para la supervivencia y recuperación satisfactoria y su calidad de vida. Por
ejemplo, en México los accidentes constituyen un problema de salud pública, ya
que han ocupado los primeros lugares como causa de muerte desde la década del
ochenta. En 1998, estos continuaron como primera causa de mortalidad en el
grupo de preescolares y escolares, con una tasa de 9,7 y 9,3 por 100.000
habitantes, respectivamente. En el estado de Jalisco, en el año 2000, este
problema ocupó el primer lugar como causa de muerte en los escolares, con 174
defunciones, lo que representó una tasa de 11,8 por 100.000 habitantes (12).
Esto justifica que la educación escolar deba contribuir en la formación
integral de la niñez y la juventud teniendo como bases fundamentales la solidaridad
y el respeto por la vida, y también permitiendo la libertad de expresión de
conocimientos, para cambiar o mejorar comportamientos que lesionen la salud
personal, familiar, comunitaria y ambiental, y, de alguna manera, valida la
pedagogía a través de la lúdica (13).
Estos cambios se pueden lograr aprovechando
las cualidades de esta población, ya que todo lo que pasa a su alrededor,
comportamientos, situaciones, expresiones artísticas, culturales, musicales,
deportivas, etc., es asimilado y expresado en el medio en el cual ella se
desenvuelve (14). Por esta razón, se pretende crear una conciencia de
autoprotección, aprendizaje, prevención y fomento para evitar situaciones
negativas en caso de emergencias (15). Encontrar esos líderes que en un futuro
no muy lejano sean capaces de crear estrategias de salud desde la prevención y
promoción en lo cotidiano, no solo para un pequeño grupo poblacional, sino
también a nivel nacional e internacional, en un proceso continuo que debe
cimentarse desde los primeros años de vida y moldearse en la infancia y
adolescencia (16).
METODOLOGÍA
La implementación del módulo educativo para la
enseñanza de buenas prácticas en el tema de emergencias escolares se desarrolló
con un grupo de niñas y adolescentes de 6 a 18 años, por medio de sesiones
educativas con metodología lúdica, dentro del Programa de Salud Escolar de una
fundación para la protección de niñas de estratos cero, 1 y 2, de la localidad
de Suba de Bogotá, para desarrollar hábitos protectores en el ambiente escolar
extensivos a sus familias. El grupo de 120 niñas se distribuyó por grupos de
edad (Tabla 1). Se realizó una primera aproximación con juegos y dinámicas para
conocer el pensamiento de las niñas acerca de su autocuidado, y saber de los
accidentes, riesgos escolares, expectativas e inquietudes sobre conocimientos
en primeros auxilios (17). Posteriormente se aplicó un cuestionario de
preguntas abiertas y cerradas referentes al tema de emergencias escolares, para
establecer su nivel de entrada previo y elaborar los contenidos a partir de los
cuales construir los talleres y sesiones educativas. La indagación inicial
permitió ponderar las necesidades cognitivas por grupo de edad, escoger la
actividad lúdica a través de teatro, dramatizados, juego de roles, música, danza,
pintura, por edad y grado de escolaridad (18). Con las actividades anteriores
se construyeron materiales y experiencias alrededor de la temática de
emergencias escolares, lo que permitió generar escenarios para la expresión de
emociones con mayor aprendizaje, percibido por ellas al “aprender jugando”
(19). Al realizar el taller se aplicaba un cuestionario previo al test, con el
fin de valorar el conocimiento inicial en el tema de emergencias. Luego de
valorar estos conocimientos, se realizaron talleres experienciales simulando
situaciones de emergencia, tales como incendios, terremotos, inundaciones,
accidentes; y crearon eventos de salud secundarios con temas como quemaduras,
fracturas, paros cardiorrespiratorios, accidentes de tránsito, traumatismos en diferentes
grados de complejidad, apoyados en el manual de primeros auxilios y autocuidado
de la Cruz Roja Colombiana (20). Una vez vivenciado el taller, se aplicaba el
cuestionario pos-test, el cual nos permitió valorar el grado de aprendizaje,
recordación y satisfacción y así estimar en las niñas la efectividad de la
metodología lúdica empleada en el módulo. La metodología que seguimos para
desarrollar el módulo educativo en emergencias escolares con pedagogía lúdica
experiencial se puede sintetizar en el siguiente mapa:
Para la construcción del módulo, nos apoyamos
en temas específicos de emergencias a partir de la exploración inicial
realizada con las niñas, los profesores (pedagogos, trabajadora social,
psicóloga, músico) y administrativos (religiosas), y también organizamos la
información según la ponderación y mayor frecuencia establecida, elaboramos un
objetivo para cada taller, seleccionamos la lúdica según el subtema y el grupo
de edad, trabajamos en zonas abiertas y zonas cerradas, evaluamos nivel de
entrada y salida, con cuestionarios referentes al área cognitiva. Para el área
emocional, observamos las actitudes y comportamientos, valorados directamente,
con filmaciones, fotografías y grado de satisfacción manifestado por cada una
de las escolares, profesores y administrativos. Parte del desarrollo de este
módulo de emergencias escolares lo constituyó el reconocimiento de las zonas de
riesgo de las estructuras físicas que conforman la Fundación, como
instalaciones eléctricas y de gas, tuberías de agua, sitios de almacenaje de
residuos y objetos potencialmente peligrosos, bodegas, sótanos, basureros,
oficinas, comedor, dormitorios, baños, cocina, vestidores, zona de lavaderos,
enfermería, ventanas, puertas de salida, escaleras, zonas verdes, explanadas,
empedrado, entre otros, para luego proceder a construir conjuntamente el plan
de emergencias escolares, demarcar con letreros fluorescentes en la oscuridad
las rutas de evacuación y realizar recorridos dinámicos lúdicos con las niñas.
En estas actividades se fomentó la formación de líderes para coordinar y
manejar a las niñas más pequeñas. Este escenario fue uno de los más propicios
para “aprender jugando”, pues se experimentaban muchas emociones, como miedo,
temor, alegría, satisfacción, y se despertaba la competencia sana, la
colaboración, la solidaridad, el trabajo en equipo, la disciplina, la escucha,
el respeto y la protección de la vida, el ambiente y el entorno. La
participación de docentes y administrativos de la institución fue un factor importante
para facilitar la implementación del Plan Escolar de Emergencias de la
Fundación, de lo que se obtuvo un documento final que recoge la normatividad,
el panorama de riesgos, los comités, las funciones, los roles, las rutas y
mapas de evacuación, el cronograma de simulaciones por año y las cartillas
educativas, entre otros aspectos (22).
RESULTADOS
La distribución de las 120 niñas por edad se
puede observar en la Tabla 1. La mayor representación estuvo dada por niñas de
9 a 11 años.
La Tabla 2 presenta la distribución de las 120
niñas en cinco (5) grupos de edad y los hallazgos más significativos, para
realizar los talleres lúdicos experienciales como parte del aseguramiento de
nuestra metodología de aprendizaje, pues encontramos que es mayor, más rápido y
efectivo el trabajo con grupos pequeños de máximo 20 personas. En la etapa de
indagación, encontramos muchas inquietudes, relacionadas con el qué, el cómo,
el para qué, y hallamos el o las responsables de determinados comportamientos.
En el tema de emergencias escolares, se
encontró relación con accidentes, caídas, fracturas, golpes, intoxicaciones,
dificultades respiratorias, agresiones físicas y verbales. Fue interesante
descubrir expresiones de las niñas, como “ella usa la falda muy corta y los
niños la miran”, “me di puños con mi amiga porque es una mostrona”, detrás de
varias expresiones encontramos disparadores de agresividad que terminaban en
agresiones físicas y psicológicas y en varios casos se acompañaban de
incidentes y accidentes en el ámbito escolar. También encontramos conocimientos
básicos de primeros auxilios, temores, creencias, mitos y leyendas. En este
sentido, aparecieron otros elementos relacionados con la convivencia familiar y
social, donde estos actores influyen en las actitudes y comportamientos de las
niñas en su forma de sentir, pensar y reaccionar ante una situación
determinada. Se aplicaron 120 test previos que fueron contestados por las
escolares. Además de corroborar nuestros hallazgos iniciales, estos indicaron
que los conocimientos sobre emergencias los han adquirido de forma empírica, en
el núcleo familiar, social y educativo del que hacen parte en su ámbito de
educación formal de centros educativos públicos. En los 120 pos-test analizados
se obtuvieron resultados referentes a la adhesión y prácticas de los
conocimientos sobre emergencias escolares después de las actividades educativas
con metodología lúdica. A lo largo de los primeros talleres se evidenció la
dificultad del grupo para organizarse, especialmente en las niñas de 6 a 12
años, lo cual se tuvo en cuenta como uno de los componentes esenciales a la
hora de afrontar una emergencia. De esta circunstancia surgieron
comportamientos espontáneos en las niñas mayores, quienes fueron demostrando
sus aptitudes de liderazgo y en quienes nos apoyamos para formar las líderes de
las brigadas grupales. Del grupo de 15 a 18 años salieron tres líderes
claramente aceptadas por las niñas de los otros grupos, que de alguna manera
organizaron cada grupo y permitieron ir construyendo los roles dentro del plan
de emergencias escolares. Otros hallazgos significativos referentes a los
subtemas manejados en los talleres, según los objetivos establecidos, fueron:
el 90% de las escolares manifestaron desconocer cómo responder en caso de
presentarse una hemorragia y cómo reconocer el tipo y grado de gravedad; el 88%
desconoce cómo se puede reconocer una fractura y cómo responder en caso de
presentarse; el 96% no sabe cómo reconocer una intoxicación ni qué hacer en
estos casos; y el 98% desconoce qué hacer en caso de presentarse algún tipo de dificultad
respiratoria y cómo saber si proviene de una obstrucción. Durante las sesiones
educativas se abordaron estos temas, además de otro sugerido por las escolares
y el personal docente y administrativo de la institución referente a la
elaboración de un plan de evacuación en emergencias, en caso de catástrofes
naturales, como terremotos, inundaciones, deslizamientos de tierra e incendios
de combustibles. Se pudo establecer que estas inquietudes estaban directamente
relacionadas con eventos climáticos y sociales que les ocurrían en sus ámbitos
de crecimiento y desarrollo: el colegio, la casa, la Fundación, el barrio, la
vereda y en general en la ciudad y el país. Para el tiempo en que se llevaba a
cabo el módulo educativo sobre emergencias escolares, las noticias de
incendios, deslizamientos de tierra, inundaciones, escolares heridos dentro y
fuera del colegio, agresiones por profesores a sus estudiantes, situaciones
violentas entre los escolares en los colegios públicos, ocupaban los primeros
puestos en información noticiosa. Durante la realización de los talleres se
destacó el interés por parte de las niñas y el personal docente en la
metodología implementada: lúdica experiencial. Los profesores manifestaron la
importancia del modelo constructivista como fundamento para impartir
conocimiento a este tipo de población y lograr más y mayor satisfacción en el
aprendizaje. Los resultados de los test aplicados después de la finalización de
los talleres (que se llevaron a cabo los días lunes, durante el año 2007)
evidenciaron aumento de los conocimientos en emergencias, impartidos por el
personal de enfermería a la población escolar, ya que en el tema de
hemorragias, el 75% demostró conocimientos en cuanto a su gravedad y lo que se
debe hacer para detenerlas; en el tema de fracturas, el 90% de la población
identificó qué son, cómo se reconocen y qué se debe hacer en caso de
presentarse una; y el 85% de la población escolar supo lo que se debe hacer en
caso de presentarse personas con algún tipo de dificultad respiratoria; además,
se capacitó a la población en temas de atención y prevención de emergencias,
activación de sistemas de emergencias y publicación de números de emergencias,
según las disposiciones y redes locales de Bogotá, información fácilmente recordada
por las niñas después de varios meses de haber transcurrido las actividades.
Como producto final del desarrollo del módulo educativo en emergencias
escolares se elaboró el Plan Escolar de Emergencias, se estableció el comité de
emergencias con sus respectivas funciones, se dio a conocer la importancia de
designar la brigada de emergencias para las internas, con sus respectivas
funciones y se generó la formación de líderes tutoras: las de 15 a 18 años
trabajaron en el liderazgo de procesos de atención y evacuación de las menores
de 6 a 14 años, para internas y semi internas. Destacamos como principal logro
el que la totalidad de la población de la Fundación (142 personas entre niñas,
adolescentes, profesores y personal administrativo) hubiera participado en el
módulo en emergencias escolares. Fue tan importante la metodología lúdica
experiencial desarrollada, que se logró identificar reacciones y emociones
clave al momento de afrontar una emergencia y evacuación escolar; por ejemplo,
una de las profesoras manifestó abiertamente que se “paralizaba” en estas
situaciones, por lo que los participantes del módulo fueron aclarando quiénes
podrían ser los líderes más eficaces, las personas que despertaban
tranquilidad, y quiénes eran más hábiles para actuar bajo presión y en
presencia de miedo y temor, en forma favorable para cuidar y proteger la vida
de los demás. Teniendo en cuenta que en la modalidad de internado los
profesores no estaban presentes durante la noche, se fortaleció el liderazgo de
las mayores en la figura de tutoras, para apoyar y constituir los comités
internos y asegurar el correcto proceder, en caso de tener que evacuar las
instalaciones. Así mismo, se reforzaron actitudes en las niñas de 6 a 14 años,
de modo que en la activación de una evacuación supieran que había una
responsable de las niñas de un dormitorio, lo cual se logró al solicitarles que
se calzaran y se tomaran de la mano en cadena para seguir la voz de la tutora,
quien, además de asegurarse de que no faltara nadie, daba las instrucciones
para movilizarse y llegar al punto de encuentro, establecido en la cancha de
baloncesto. Se percibieron comportamientos seguros y comportamientos evasivos,
miedos, temores y capacidad de autocontrol ante la presencia de una figura guía
mayor, fuerte y enérgica. En el caso de las niñas y adolescentes semi internas,
el impacto del módulo surgió efecto en ellas, dado que se recibió retroalimentación
positiva por parte de los padres y acudientes en las reuniones dominicales, en
donde expresaron lo que las niñas aprendieron y cómo habían llegado a sus casas
a revisar las instalaciones y a comentar prácticas de seguridad para evitar
accidentes en el hogar, en cosas sencillas como no prender velas, el manejo del
cocinol, del gas, de detergentes, el almacenamiento de los alimentos, el manejo
de sustancias como alcohol, creolina, insecticidas, venenos para ratas,
pastillas, remedios caseros, y de la seguridad de ellas y de sus hermanos.
Además, comentaban que habían aprendido de sus hijas muchas cosas sobre las emergencias
escolares. Otra dificultad que se evidenció durante la realización de los
talleres se dio con la disponibilidad de los bomberos de la localidad para
desplazarse a las instalaciones de la Fundación a realizar los simulacros de
incendio y manejo de extintores, con la inclusión de actores externos: padres y
acudientes de las niñas; sin embargo, las autoridades de bomberos plantearon la
posibilidad de que las niñas asistieran a la estación para realizar allí la
simulación y capacitación en el manejo de extintores, dentro de la programación
académica del siguiente año.
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